En los primeros años de vida el desarrollo intelectual y el desarrollo psicomotor van de la mano, determinando en gran medida los diferentes aprendizajes en años posteriores, entre ellos se encuentran los escolares: lectura, escritura, matemática, etc., porque para fijar la atención el niño necesita del dominio del cuerpo y de la inhibición voluntaria.
Resulta por ello fundamental para que el niño pueda acceder al movimiento del pensamiento lógico y continuo que haya vivenciado a través del movimiento, todas las posibilidades que su cuerpo le permite en cada etapa de su vida.
Resulta por ello fundamental para que el niño pueda acceder al movimiento del pensamiento lógico y continuo que haya vivenciado a través del movimiento, todas las posibilidades que su cuerpo le permite en cada etapa de su vida.
Los juegos corporales son esenciales en el crecimiento, debido a que colaboran en la comunicación con el medio, los otros y en el desarrollo del funcionamiento psicomotor.
La psicomotricidad en el ámbito educativo pretende jerarquizar el papel del cuerpo en el proceso de aprendizaje de todo niño, apuntando al conocimiento de sí y de los otros, otorgándole la importancia que tiene en el desarrollo de todo ser humano.
La psicomotricidad en el ámbito educativo pretende jerarquizar el papel del cuerpo en el proceso de aprendizaje de todo niño, apuntando al conocimiento de sí y de los otros, otorgándole la importancia que tiene en el desarrollo de todo ser humano.
Si es con su cuerpo que el niño se integra socialmente y aprende, la educación especialmente durante los primeros años no puede ser sino psicomotriz, educación entendida como el desarrollo de las potencialidades creadoras y productivas, convirtiéndose el juego en la actividad principal en donde se tiene en cuenta aspectos tales como la risa, el placer, el gesto, la creación, el cuerpo en movimiento. Es precisamente ese movimiento el que interesa al psicomotricista y en el cual focaliza su mirada.
Además de ser el juego la expresión verdadera del niño, resulta un medio favorecedor de intercambios con sus pares, por medio del cual se comunica, conoce su cuerpo y sus posibilidades, se convierte en un ser creativo y manifiesta lo conflictivo para él.
Lo expresado hasta aquí justifica la ejecución de un conjunto de acciones que hacen a la prevención primaria, las cuales se llevan a cabo antes de que surja un trastorno psicomotor, teniendo como objetivo evitar y/o detectar su aparición.
Paralelamente el trabajo del psicomotricista apunta a la Promoción de la Salud Psicomotriz tendiendo a desarrollar a pleno las capacidades y posibilidades del niño. Así mismo se considera necesario atender a las diferencias individuales, producto de las historias personales y socioculturales, que hacen que cada niño sea único. La Psicomotricidad tiene en cuenta la afectividad, las emociones, las vivencias, la historia vivida y plasmada en ese cuerpo, el cual se expresa por medio de gestos, posturas, palabras, actos pensados y otros espontáneos. El cuerpo en movimiento asegura las relaciones sociales, estableciendo un código especial de comunicación y de vínculos con el medio.
Para que un niño pueda “apropiarse” de su cuerpo debe realizar importantes conquistas a nivel espacial y temporal, como también a nivel de movimientos, posturas corporales, gestos, etc. Si por cualquier motivo estas conquistas no pueden ser alcanzadas, la clínica psicomotriz puede ocuparse de los aspectos que pueden estar alterados o de aquellas pautas evolutivas que no se han adquirido. La psicomotricidad también se ocupa de los problemas corporales vinculados a las alteraciones de la afectividad, de la lateralidad, etc. Los síntomas o perturbaciones psicomotrices son observables y expresan algo que le está sucediendo al niño. Algunos cuadros clínicos presentan daño en la estructura biológica del sujeto, y como signos de este daño aparecen las perturbaciones psicomotrices.
Otros cuadros presentan signos de perturbaciones a nivel psicomotriz, pero sus síntomas no se conectan directamente con algún daño neurológico, sin embargo se manifiestan a nivel corporal y anímico-afectivo. Los síntomas más habituales pueden comenzar a detectarse al inicio de la escolaridad y pueden ser los siguientes: Inhibición, Inestabilidad (discontinuidad de las producciones corporales), alteraciones de la gestualidad, hipo o hiperactividad, movimientos o acciones sin intencionalidad, trastornos de lateralización, dispraxias, disgrafías, etc.
Otros cuadros presentan signos de perturbaciones a nivel psicomotriz, pero sus síntomas no se conectan directamente con algún daño neurológico, sin embargo se manifiestan a nivel corporal y anímico-afectivo. Los síntomas más habituales pueden comenzar a detectarse al inicio de la escolaridad y pueden ser los siguientes: Inhibición, Inestabilidad (discontinuidad de las producciones corporales), alteraciones de la gestualidad, hipo o hiperactividad, movimientos o acciones sin intencionalidad, trastornos de lateralización, dispraxias, disgrafías, etc.
A modo de conclusión, el cuerpo que somos se presenta al mundo e interactúa con él a través del tono muscular, de las posturas, de la actitud corporal y del movimiento en general.
Aquí entra en juego la psicomotricidad con su particular mirada, que ubica al cuerpo en un lugar de privilegio para que el niño pueda aprender a usarlo en el espacio, manejarlo y manifestarse por medio de él, con un movimiento propio que le da su identidad y una forma personal y única de expresión, de interacción y de comunicación con el mundo que lo rodea.
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